martes, 11 de enero de 2011

Pilar Garcés habla de la entrada de Gaga en 2011


Había prometido a sus millones de fans un buen regalo de año nuevo, y les envió una imagen de su culo a través de Twitter. En él, o para ser exacta un poco más abajo, se ha tatuado un unicornio y el nombre de su próximo disco (Born this way, Nacida así), con la fecha en que se pondrá a la venta. Hablo de Lady Gaga, claro. La misma que se paseó en Navidad de compras por París sin pantalones, enseñándole el trasero enfundado en medias de rejilla a la gigantesca nevada que dejó media Europa incomunicada y atascada. O sea, que todos los caminos de la originalidad del nuevo icono de la música pop acaban en el mismo lugar: justo donde termina la espalda. Preocupante la coincidencia. El cromo de la gran raja al aire me ha salido repetido, ¿se le estarán acabando las ideas a la estrella rubia más buscada en la red y fuera de ella? De la música no hablo. Eso es lo de menos en la factoría Gaga. Me gusta lo justo para resistir sin problemas la tentación de comprarle un disco, salvo Bad Romance, una canción estupenda que no me cansa. Lo que hace muy bien son los vídeos y las entradas triunfales en las galas. Ahí nadie rivaliza con Lady Gaga.
Pero qué pereza ser ella, en serio. Tener que levantarte todos los días pensando qué hacer hoy para contentar a los "pequeños monstruos", como llama a su legión de seguidores. Vestidos de carne cruda, trajes de plástico duro transparente, peinados construidos por ingenieros en horas y horas de trabajo, tacones imposibles, en fin. Me la imagino en esos diez minutos después de sonar el despertador en que todos los humanos nos dedicamos a vaguear, soñando con ponerse un vaquero y una camiseta blanca y salir a la calle con un moño recogido de cualquier manera y sin pintar. O peor, en chándal. Fantaseando con coger y tomarse una cerveza y un bocata en un bar normal y corriente. Pero no se lo puede permitir, se siente. Donde tú ves un tostador de pan, ella aprecia unas hombreras, complemento perfecto para su próximo disfraz. Y se las planta. Ella es Lady Gaga y ha de hacer cosas extravagantes cada minuto del día, un sino como si hubiese nacido Salvador Dalí. El Papa ha declarado que no es infalible (¡que descanso después de siglos de estrés!), mas la cantante polifacética no puede bajar la guardia en el sagrado deber de entretenernos. En cuanto se le ocurra sacar un cedé de duetos o pasarse al cine se acabó. Vamos querida, estamos esperando la próxima ocurrencia. Déjanos pasmados.
La semana pasada, Lady Gaga ha visitado la feria de tecnología de Las Vegas y se ha calado unas gafas que hacen fotos y vídeos. Hombre, no digo yo que la cosa no resulte interesante, pero me esperaba algo... no sé... menos útil para la humanidad, con más plexiglás y abalorios, y un cuerpo de baile y un par de botones para chorradas y ella dándoles con las uñazas postizas en forma de jirafa. Vamos, que por segunda vez este 2011 no me ha epatado y ando un poco mosca.

La Casa de Gaga.

0 comentarios:

Publicar un comentario