«Me decepcionan mucho sus letras, que sean tan convencionales como sus melodías: un batido de influencias pop con los géneros de moda. Echo de menos más transgresión por todas partes», dice Eloy Fernández Porta, ensayista autor de «Afterpop», con el que intentó una aproximación a la cultura popular a través de la comercialización de los sentimientos. «A mí me parece muy inteligente y una propuesta artística de mucho valor. Porque la provocación es un componente fundamental en el arte contemporáneo y Lady Gaga sabe transmitir el lado hedonista del pop», tercia Tomás Fernando Flores, veterano crítico musical de Radio 3.
Habla Julio Ruiz, otro de los históricos de las ondas: «En el pop todo es viejo y todo es nuevo, y ella recurre a un zumo de influencias variado. Está bien que suene un rato a Ace of Base y otro siguiente a Abba, y luego quiera ser Britney. Pero es indiscutible que su éxito está ahí porque las canciones funcionan. Están bien hechas, tienen un punto extravagante y cierta provocación. Son buenos temas y hay que rendir tributo a eso». «El acabado de sus canciones es impecable», añade Flores.
«Ni renueva el concepto de diva ni sus canciones se miran en otro espejo que en adaptarse al gusto mayoritario. Ni es Cher ni la nueva Madonna, que siempre estaban pendientes del “underground’’ para adaptarlo al consumo masivo», sigue el autor de «Afterpop». «El suyo es un pop muy ortodoxo que ha frustrado las esperanzas delirantes que tenía en ella», asegura.
Vender millones de discos y ser artísticamente de culto son dos cosas incompatibles, concede Julio Ruiz, que añade que «Lady Gaga lleva años componiendo las canciones de otros y muchas de las suyas, y a otros les han puesto a cantar canciones hechas en probeta y no tenían ni boquita»
fuente: LA RAZÓN
La Casa de Gaga.
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